jueves, 22 de diciembre de 2011

La radiofonía en Villa María: Derecho a la información, derecho de expresión y derecho de participación.

Creo que estamos viviendo una nueva etapa en la historia de los medios de comunicación audiovisuales con lo que ha significado hasta hoy la Ley de Medios; aunque por ahora sin poder aplicarse plenamente producto de los obstáculos provenientes de un poderoso sector: grupo Clarín y compañía.

Sólo basta reflexionar para poder darnos cuenta del inmenso peso que tiene la empresa de Magnetto, pues todavía a esta altura, las medidas cautelares de jueces amigos y las fuerzas de lobby siguen bloqueando una norma que ha sido aprobada, debate mediante. Sin embargo, algunos dirigentes políticos como el radical cordobés Oscar Aguad, al igual que Macri y otros tantos, expresan discursos victimizantes para con el multimedio, como si lo que ha sucedido ya, no hubiera sido suficiente prueba para demostrar la hegemonía clarinista.

Pero es evidente un cambio; un nuevo camino a seguir que plantea la democracia y la predominancia de la actividad comunicacional por encima de los intereses particulares.

En nuestra ciudad de Villa María, los cambios comenzarán a hacerse más notables con el paso del tiempo aunque haya mentalidades que también deban amoldarse al nuevo momento que debemos construir entre todos. Pero quiero contar una experiencia mediática en la que me surgió una relación particular con un medio radiofónico local donde se puso en juego una idea: “derecho de oyente” (frase que no me atribuyo y en cambio la considero producto de la intertextualidad).

¿Qué quiero expresar?: Cuando uno se posiciona como oyente, no pertenece más a la rama de lo profesional. Es decir, cuando un médico, un odontólogo, un abogado o incluso un periodista asume el lugar de oyente, adquiere esa identidad y queda determinado por las condiciones y situaciones motivacionales que caracterizan esa postura. Además, pienso que el carácter activo del público radiofónico es una de las cualidades más destacadas de la comunicación ya que existe una permanente retroalimentación entre el mundo (o recorte de realidad) construido desde el medio y las subjetividades puestas en juego por la audiencia.

El caso es que, me encontraba escuchando el programa en cuestión y el tema abordado a manera de “disparador” en el inicio, tuvo que ver con las expresiones del periodista de Página 12 Horacio Verbitsky en referencia a una polémica sobre si debía o no debía estar el ex vicepresidente Julio Cobos en la reasunción de la presienta Fernández de Kirchner (algo que Verbitsky habría manifestado de manera vulgar); y respecto también de otras expresiones en referencia a otros temas, algo que el conductor del programa de radio catalogó como “incontinencia verbal”; además de considerar a Verbitsky miembro del oficialismo; algo que hasta ahora no ha sucedido.

En estas circunstancias, me sentí movilizado por la construcción realizada y decidí hacer uso de mi condición de oyente escribiendo un mensaje de texto que expresaba primero que el criticado en cuestión no es político, sino periodista y, segundo; consultando por las fuentes, ya que me pareció interesante empaparme más del tema.

Pronto llegó la respuesta por parte del comunicador de radio y la situación me llamó poderosamente la atención, ya que no leyó mi opinión, limitándose a agradecer mi “contacto” y a sentenciar “cada uno tiene su apreciación” respecto de las cuestiones abordadas.

Se acababa de censurar mi opinión de oyente en torno a un tema, algo que me asombró sobre manera. En primer lugar, porque he tendido la oportunidad de escribir a otros programas en los que siempre se tuvo en cuenta mi pensamiento, incluso estando en desacuerdo con el enunciador (y tal vez con la política general que presenta la institución); y en segundo lugar, porque la emisora cuyo programa había cometido el acto de censura, destaca siempre su posición cercana a la nueva Ley de Medios con frases como: “Esta radio que ha nacido al amparo de la nueva ley de medios...”

Por otro lado, no es una subjetividad egocéntrica la que planteo, en absoluto. Considero que la opinión del oyente es clave, es éste momento en particular y además siempre lo fue, aunque muchos hayan caído en los vicios de los medios hegemónicos y la soberbia que resulta de tal actitud.

En fin, estimo que el nuevo escenario mediático debe ir construyéndose de a poco y entonces creo que las voces no deben silenciarse, ese es el nuevo desafío. Incluso, aunque se piense diferente, en el diálogo se puede producir la construcción de espacios de discusión muy interesantes para hacer una comunicación más inclusiva y democrática.