viernes, 24 de febrero de 2012

Cuando las políticas heredadas se convierten en catástrofe.

Las administraciones privatistas de los 90 y algunas otras visiones preexistentes orientadas a los negocios en pocas manos dieron como resultado, entre otras cuestiones, los accidentes ferroviarios (incluido el de Once) del sistema de trenes de Buenos Aires.

La tragedia del tren la empresa TBA pone de manifiesto los manejos deficitarios de un servicio que nunca debió ser concesionado a manos privadas, por un simple razonamiento: los privados (casi siempre y en todos los rubros) tratan de sacar el mayor beneficio con el menor gasto o inversión posible y en esta ecuación el servicio al público no es prioridad inmediata. Sin embrago, las voces mediáticas, intelectuales y editoriales de los líderes de opinión argumentaron y justificaron, entonces, la optimización del servicio bajo la ola privatizante del menemismo y uno de sus preceptos primarios: “Nada de lo que deba ser del estatal permanecerá en manos del Estado”.

Resulta gracioso y absurdo a la vez que TN, Clarín, Canal 13 y todo el grupo intente ahora etiquetar la desgracia bajo la responsabilidad estatal; como si esto constituyera una oportunidad para cargar las tintas sobre lo que no se hizo o se pudo hacer; utilizando los muertos y heridos para posteriormente lanzar un “mientras tanto las autoridades del Estado aún no dan una respuesta al tema”.

Es necesario que haya responsabilidad al momento de abordar las informaciones referentes a la tragedia desde los medios de comunicación, sobre todo cuando hay tanto dolor de por medio luego de tantas muertes y heridos.

Pienso más que nunca en esa utopía de la ética profesional que debe ser, en realidad, una búsqueda incansable y permanente para el mejor desempeño periodístico. Aunque lógicamente, esto será cada vez más difícil para una fuerza política disfrazada de grupo mediático como es el caso de Clarín.